Vaya sorpresa. Dentro de tu cajón hay otra caja, como si fuera una muñeca matrioska, sólo que esta lleva escrita en la tapa una letra P mayúscula tan grande que si estuviera viva daría hasta miedo. Te apuntas en tu agenda mental, esa que nunca se borra, pero que tiende a traspapelar tus ideas, que algún día habrá que buscar el resto de cajas. Algo lógico por otra parte porque nadie, en su sano juicio, se dedicaría a clasificar lo que sea con una letra aleatoria sino es porque tiene algo que ocultar. A no ser que quiera volver loco al personal haciéndonos creer eso mismo. Que la caja en cuestión esté cerrada por un celo, que pega menos que un Cristo con dos pistolas, no te impide cogerla y buscar algo más valioso que un cajón lleno de papeles impresos con letra Courier 12. Arrancas apresuradamente la tapa de la caja y sólo encuentras lo que tanto temías, pero esta vez agrupados en paquetes y amarrados con clips medio oxidados como si fueran libretas. Aparte de su afición para ahorrar en material de oficina, si algo desconocías de tu progenitor eran sus ganas de escribir tanto. Sólo al coger una de esas libretas caseras te das cuenta que tras una portada sin título se esconden personajes y situaciones totalmente inventadas, tan inventadas que hasta te suenan de algo. Y es en ese momento cuando te das cuenta que todas estos fajos de hojas están relacionados con una palabra de nueve letras en plural que empieza, obviamente, por P. Es decir, unos p*******s.
SH
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MDT
La patrulla más famosa del Ministerio del Tiempo aún no ha dicho su última palabra
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