Si algo te llama la atención al mirar dentro del cajón, es encontrarte con varias latas metálicas redondas. Por su tamaño es obvio que no llevan ningún tipo de bebida azucarada ideal para niños hiperactivos. De hecho, lo que ahí se guardan son unos rollos de película que fueron utilizados para grabar varios cortometrajes, algo raro en estos tiempos donde todo se almacena en efímeros soportes digitales. Sólo después de visionar el material grabado entiendes que no vaya a ganar ningún premio aunque, la verdad es que tampoco se hizo con esa intención. Metidos en un cajón y con un presupuesto algo mayor que el producto interior bruto de Micronesia multiplicado por cero no esperas tampoco milagros. A pesar de eso, hay algo en estas producciones cinematográficas que hasta un ciego podría ver y son las ganas de pasárselo bien de todo sus integrantes dando siempre lo mejor de sí mismos. La única forma de sacarle algún provecho a estos cortometrajes sería subirlos a Internet y esperar que millones de personas los visualizasen, pero, en realidad, te contentarás con que los miren tu familia por obligación moral o tus amigos cuando no tengan nada mejor que hacer.